La madre de hoy

artículo Jun 20, 2022

Sara Fasja. Dra. en Psicoanálisis 

El trabajo de ser madre en la actualidad. La importancia de la madre en el desarrollo del individuo ha sido un tema fundamental en la comprensión psicoanalítica y social de la mente. Las múltiples teorías que priorizan la relación madre-bebé y su impacto en el desarrollo dan cuenta de ello. Expongo brevemente algunos de los autores que trabajan la relación de objeto temprana:

Winnicott elabora el concepto de sostén físico y emocional, necesario para el desarrollo de un self fuerte y adecuado; este determina la necesidad del infante de tener una madre suficientemente buena que le ayude en dicho proceso. Bowlby, por su parte, plantea la teoría del apego seguro. En el ámbito de la observación de bebés, Rene Spitz encuentra una relación entre el marasmo o la muerte infantil y una falta de la madre. También tenemos a Margareth Mahler, quien apunta al trabajo de separación-individuación en el vínculo con la madre durante los primeros tres años de vida. Klein opina que es necesaria una madre buena para contrarrestar las imágenes agresivas que se internalizan con la frustración natural en la relación con el pecho. Después, a partir de las ideas de Klein, Bion propone el concepto de continente-contenido y de rêverie materno, mostrándonos la necesidad de una madre que comprenda y calme al bebé y luego al niño. Entre los franceses, Green propone el concepto clínico de la madre muerta, que da cuenta de cierta depresión y vacío que surge como resultado de la incapacidad maternal de estar viva para el infante. Laplanche estudia la importancia de tener una madre que imprima el erotismo en el cuerpo del infante para facilitarle la posibilidad de sentir placer.

Por último, Manonni y Doltó estudian el impacto vital que tiene el lugar en el que los padres, sobre todo la madre, colocan al infante en su inconsciente. Todos estos autores concuerdan en lo siguiente: la importancia del trabajo de una madre en el vínculo con su bebé y el esfuerzo ineludible para ofrecerle a ese bebé un espacio y una relación que le provean de lo necesario para su vida presente y futura. El vínculo entre una madre y su bebé puede estar empobrecido o conflictuado por diferentes razones; algunas tienen que ver con los conflictos internos de la madre o del bebé y, otras, con razones sociales y culturales, que también tendrán un impacto importante en la posibilidad materna de armar un vínculo de conexión, contención y sostén en la infancia de los hijos.

La relación madre-bebé siempre ha tenido una gran trascendencia. Muchas veces se encuentra en ella el origen de la patología. En la actualidad este vínculo se ha visto amenazado por algunos factores externos relacionados con los cambios sociales y culturales que se han venido gestando en los últimos cien años. Para adentrarnos en el tema, me interesa retratar un ejemplo que encontré en la literatura infantil: Anthony Browne tiene un cuento de niños titulado Mi mamá. Comienza con las palabras “mi mamá es linda” y cada página describe una de las cualidades maternas:

Mi mamá es suave como un gatito y dura como un rinoceronte...es linda, muy linda mi mamá.
Mi mamá es una jardinera mágica; puede hacer que cualquier cosa florezca.
y es un hada buena; cuando estoy triste puede hacer feliz.

Más adentrados en el cuento, Browne escribe:

Mi mamá podría ser bailarina,
o astronauta,
podría ser estrella de cine,
o la gran jefa, pero es mi mamá.
¡Es una supermamá!

La primera parte del cuento retrata características que ya hemos descrito: la capacidad de una madre de ser eso que el niño necesita. La segunda parte me hizo pensar más. Es un cuento actual, pero si hubiera sido escrito en 1900, no terminaría así. En el siglo pasado una mujer no podía ser ni astronauta ni la gran jefa; a lo mejor bailarina o artista sí, pero en contadas ocasiones. Y si nos regresamos a 1800, ustedes me dirán.

Anteriormente, las definiciones de mujer y de lo femenino se entendían desde la diferencia con los hombres y desde los órganos reproductivos que posibilitan la 1 Browne, Anthony (2005). Mi mamá. Trad. Juan Camilo Sierra Silva. México: FCE. 2 Idem maternidad.

Una mujer debía ser madre y podía o no ser suficientemente buena, pero en general, su dedicación y su rol estaban establecidos socialmente con mucha rigidez. En este último siglo casi todos los códigos que ordenaban a la sociedad y a la familia han cambiado. La revolución sexual, la expansión del trabajo femenino, los anticonceptivos y las posibilidades médicas de tener un bebé sin necesidad de una pareja han modificado la definición de lo que es una mujer en la actualidad, lo cual ha provocado también cambios en la mujer como madre.

Con su nueva posición social, la mujer emancipada se enfrenta con libertades, responsabilidades, decisiones y luchas con las que antes no tenía que lidiar. Ahora se encuentra en una posición más compleja cuando se trata de formar pareja e iniciar una familia. (La cuestión de las madres solteras habría que analizarla en otro momento; ahora trabajaré con la noción de madre dentro de la familia.)
 

Hoy una mujer puede hacer casi todo lo que un hombre hace. La maternidad ha dejado de ser el único destino posible e incluso pasa a segundo plano. Una mujer puede darse más tiempo para pensar si quiere o no ser madre. Las nuevas tecnologías reproductivas permiten que las mujeres tengan bebés mucho más adelante. Vemos hoy en día a mujeres que forman familias muchos años más tarde de lo que se hacía hace dos o tres décadas. Otras deciden tener un bebé sin necesidad de una pareja. Paradójicamente, justo cuando existen más posibilidades de convertirse en madre que en ninguna otra época, con los adelantos científicos, médicos y tecnológicos, hay muchas mujeres que en la actualidad eligen no ser madres.

Quien elige convertirse en madre y a la par trabajar no la tiene fácil. Una mujer muchas veces se ve obligada a trabajar a la par que un hombre, pero con menor sueldo y escasas posibilidades de éxito en un contexto misógino. Seguimos en un mundo donde la devaluación por lo femenino y las injusticias sociales son el pan de cada día. Por lo tanto, una mujer muchas veces tendrá que priorizar su profesión por sobre sus hijos y, con esto, el vínculo primario puede verse lastimado (no dejamos de lado los propios conflictos internos de la madre; solo le aumentamos la perspectiva social). Una dificultad adicional proviene del poco reconocimiento que hoy en día se le da a la mujer por su rol de madre, mientras que se le empieza a valorar por ser emprendedora, profesionista o, como dice Browne, la gran jefa. Ser madre es un trabajo exhaustivo y esforzado, pero no conlleva una remuneración inmediata y por lo tanto no es aplaudido en nuestra sociedad hiperproductiva. Este fenómeno social se internaliza dentro de la mente de las propias mujeres, quienes muchas veces devalúan la maternidad, lo que desplaza el vínculo a una posición secundaria. La mujer debe enfrentar paradojas y contradicciones difíciles de procesar. Vemos en la actualidad guarderías repletas, niños desde los dos años o antes en educación preescolar, niños que se quedan desde muy pequeños al cuidado de los abuelos o tíos y, en escasas ocasiones, con padres que han empezado a tomar un rol más activo en el cuidado de los hijos.

El lugar de la mujer en la sociedad y la cultura ha cambiado, lo cual tiene un fuerte efecto en las subjetivaciones no solo de la mujer, sino también de los hombres. El hombre puede cumplir cada vez más funciones maternales y verse más involucrado en la crianza. El rol masculino ha comenzado a cambiar aunque en México, siendo un país donde el machismo está a la orden del día, el cambio ha sido menos progresivo que en países de occidente, donde muchos padres han asumido un rol bastante activo en su paternidad y el trabajo hogareño se ha dado de forma más equitativa.

Si antes la maternidad de por sí ya era un reto, en esta época el reto se ha agudizado. Es un trabajo que necesita de muchas cualidades importantes que doten a la mujer con la capacidad maternal para sostener, cuidar, contener, comprender y ayudar a cada hijo en cada etapa distinta por las que va transitando. Todo esto ocurre mientras debe batallar también con sus propios conflictos personales, sus luchas, emociones, angustias, deseos y frustraciones. Para terminar, no podemos dejar de pensar que, con la pandemia y la escuela en casa, el trabajo de la madre se ha triplicado. Escuchar a madres sobreexigidas, angustiadas y culpables es lo habitual estos días. La madre constantemente se sentirá necesitada de un apoyo extra, de un otro que la contenga así como ella contiene las ansiedades de sus hijos. Para Meltzer, ese es el rol del padre, quien llega a relevar a la madre de todo lo que la ha venido agobiando después de un día arduo de trabajo con los hijos. Cuando esto no es posible, a veces es necesario buscar un apoyo externo, ya que la salud emocional y mental de la madre es pieza angular en el desarrollo de los individuos y la sociedad de hoy y de mañana.

Referencias

Browne, Anthony (2005). Mi mamá. Trad. Juan Camilo Sierra Silva. México: FCE. Glocer, F. (2010). La investigación sexual en la adolescencia hoy. Controversias en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes 7, pp. 1-8.

Meltzer, D. (1973). Los estados sexuales de la mente. Buenos Aires: Kagierman, 1974.

Wolowelsky, Muriel (2020). Comunicación personal.

SARA FASJA. DOCTORA EN PSICOANÁLISIS
CONTACTO: 5530321478